martes, 22 de diciembre de 2015

Desastroso resultado en cuanto a conservación de tiburones en la reunión anual del ICCAT



Texto: Mónica Alonso Ruiz

Nuevo fracaso en la reunión anual de la Comisión Internacional para la Conservación del Atún Atlántico (ICCAT), en cuanto a la conservación de algunos tiburones oceánicos, sin considerar los informes científicos que aconsejan la adopción de mejores prácticas en las capturas de estos tiburones. Japón nuevamente bloque la mayoría de las propuestas.

Las aguas internacionales de los océanos son zonas sin ley, donde hasta ahora campan a sus anchas los principales países pesqueros, como el nuestro. Ante la ausencia de organismos internacionales que velen por la explotación racional de los recursos de las aguas internacionales, existen algunos convenios internacionales firmados entre los países que participan en la extracción de los recursos de determinadas zonas. La ICCAT es una organización pesquera intergubernamental, responsable de la conservación de los túnidos y especies afines (fundamentalmente pelágicas y migratorias) en el Océano Atlántico y mares adyacentes. Cada año, en el mes de noviembre se realiza una reunión anual donde se debaten las medidas a tomar.

Hemos hablado en varias ocasiones del finning, que está prohibido en muchos países del mundo, y en la UE también lo está, tanto para sus aguas jurisdiccionales como para toda la flota europea. Cuando los pesqueros europeos faenan en aguas atlánticas, se encuentran con que ellos deben seguir la medida de desembarco de cuerpos con las aletas adheridas, y sin embargo otros países que faenan allí practican el finning sin restricciones.

Este año el número de países que apoyaron el establecimiento de medidas antifinning como las europeas aumentó a más del doble que el año pasado. Se consiguieron 30 apoyos de 50 parte implicadas en el convenio. Sin embargo el acuerdo fue vetado por Japón, con el apoyo de Corea y China. Japón también encabezó la oposición a las propuestas europeas para proteger el tiburón zorro común. La única medida que se tomó, y para la que hubo acuerdo fue relativa a la conservación del marrajo sardinero o cailón (Lamna nasus).


Sonia Fordham, Presidenta de Shark Advocates International, proyecto de The Ocean Foundation expresó: "Estamos profundamente preocupados porque las propuestas de conservación para los tiburones excepcionalmente vulnerables siguen siendo derrotadas en ICCAT, mientras que, por contraste, las peticiones, las advertencias y las preocupaciones del público se hacen más fuertes. Esta falta de acción es particularmente desgarradora con respecto a la propuesta de una prohibición más fuerte del aleteo de tiburón, que se frustró a pesar copatrocinio de una mayoría de las Partes de ICCAT ".

Japón lideró la oposición para derrotar el séptimo intento de reforzar la prohibición del aleteo de la ICAAT. Un número récord de Partes propuso sustituir la relación problemática peso aleta- carcasa con una medida más adecuada para eliminar el aleteo. La propuesta  de "aletas adheridas " ganó 16 copatrocinadores en la reunión de este año, incluyendo Rusia, Venezuela, Túnez y Nigeria, para un total de 30 Partes. Estados Unidos, la UE, y Senegal se comprometieron a continuar promoviendo el cambio para próximas convocatorias.

"Estamos consternados porque Japón ha desbaratado sumariamente los llamamientos para que hubiera una prohibición del aleteo más fuerte, en ICCAT, realizados por un número creciente de países, desarrollados y en desarrollo, de todas partes del Atlántico", dijo Ania Budziak , Director Asociado de Project AWARE . "También estamos particularmente consternados porque Canadá y México decidieron no copatrocinar el esfuerzo para obligar a esta buena práctica que contribuye a  la prohibición del aleteo en el mar. "

La UE y los Estados Unidos propusieron conjuntamente el establecimiento de límites de captura de ICCAT para el altamente vulnerable marrajo (Isusrus oxyrinchus). La propuesta fue cuestionada por Namibia y Uruguay, y luego bloqueada por Japón. Científicos de ICCAT habían recomendado medidas para garantizar que la pesca del marrajo no se incrementara.


La UE y los Estados Unidos también cooperaron en una propuesta para limitar los desembarcos de la tintorera (Prionace glauca), especie que ha sufrido un gran desgaste con la pesca. La propuesta de Japón de incrementar los niveles de capturas de la tintorera en el Atlántico Sur en un 32% se aceptó por parte de la UE (sorprendente, según mi opinión) pero fue rechazada por excesiva por Estados Unidos y Noruega, con lo cual finalmente no se tomó ninguna medida al respecto.


"Estamos una vez más profundamente decepcionado de que en el ICCAT no se alcanzó consenso para limitar los desembarques de tintoreras y marrajos, especies que carecen de límites básicos, especialmente para su principal nación pesquera, España," dijo Ali Hood, Director de Conservación de Shark Trust. "Salimos de esta reunión frustrados pero aún más decididos a continuar la campaña para poner fin a la pesca incontrolada de tiburones oceánicos, dentro de la ICCAT y de la UE”.

Japón también lideró el esfuerzo para derrotar a una propuesta de la UE para prohibir la captura de tiburones zorro comunes (Alopias vulpinus). Después de seis años de que Canadá bloqueara los intentos de la UE de prohibir las capturas de marrajo sardinero (Lamna nasus), ambas Partes llegaron a un acuerdo para establecer  una medida que favorece la liberación en vivo y podría desencadenar la toma de medidas si los desembarcos aumentaran.


Leyendo estas noticias descorazonadoras, una pierde la esperanza de que los países puedan llegar a acuerdos que permitan la racionalización de las capturas de recursos marinos, y especialmente para los tiburones, y que se evite así la gran carrera hacia su desaparición.

Referencias:

jueves, 10 de diciembre de 2015

ETIQUETANDO TIBURONES EN BIMINI

Texto: Mónica Alonso Ruiz

En enero de 2014 salió a la luz un pionero y complejo estudio sobre tiburones limón, como culminación de una investigación que se inició en 1961. Dicho estudio, liderado por el Dr. Samuel Gruber, de la Estación Biológica de Campo de Bimini, constituye el mayor estudio de etiquetado de una sola especie de tiburón, y con él se ha obtenido una gran cantidad de información muy valiosa sobre la biología del tiburón limón.


El Dr. Gruber, pionero de la investigación

El Dr. Gruber se graduó en la universidad de Miami, en la disciplina de conducta animal, conocida técnicamente como etología. Su especialidad fue el aprendizaje, la psicofísica y la biología sensorial, particularizando gran parte de sus estudios en la visión de los tiburones. Tras 15 años de laboratorio investigando la visión de los tiburones, consiguió una beca de desarrollo profesional de la Fundación Nacional de Ciencias de los Estados Unidos, y entre 1979 y 1989 se embarcó a bordo de buques de investigación oceanográfica. En el primer crucero se buscaron lugares apropiados para el estudio de los tiburones limón en Bahamas. Bimini resultó el mejor lugar para establecer un centro de investigación, por la abundancia de tiburones limón en su laguna, que se mostraba como zona de cría o guardería, por sus aguas cristalinas, y por la proximidad con Florida.

En 1988 tuvo que luchar contra un cáncer, que superó, y tras esta nueva oportunidad de vida, se trasladó a Bimini, y en marzo de 1990 abrió las puertas de la Estación Biológica de Campo de Bimini, con la idea de crear un lugar donde los estudiantes con pasión por los tiburones pudieran ir a estudiarlos in situ. En el inicio se planteó realizar un censo de tiburones limón dos veces al año, con idea de etiquetar todos los tiburones limón de la laguna.

El tipo de etiqueta y los inicios de los estudios de la Estación de Bimini

La elección del tipo de etiqueta fue muy importante en los inicios de la estación, e incluso en los estudios anteriores a ella, dado que se sabía, por ejemplo que la etiqueta-dardo de la NOAA (Administración Oceánica y Atmosférica Nacional) había matado al menos al 10% de los tiburones jóvenes etiquetados hasta el momento, y demás afectaba seriamente al crecimiento de los que sobrevivían. Por otro lado uno de sus estudiantes había hecho un estudio sobre el desprendimiento de varios modelos de etiquetas, llegando a la conclusión de que la mayoría de las etiquetas se desprendían en porcentajes cercanos al 90%. Finalmente, en 1988 encontraron una etiqueta con una tasa de pérdida muy baja y que no tenía efectos nocivos sobre los pequeños tiburones. Se llamaba etiqueta pasiva con traspondedor integrado (PIT), y consiste en una cápsula de vidrio del tamaño de un grano de arroz, que se inyectaba bajo la piel en la base de la aleta dorsal, y quedaba allí de por vida. No necesitaba fuente de alimentación, dado que es un sistema pasivo:   cuando el cuerpo del tiburón se escanea con un pequeño lector de mano, las microondas excitan el PIT previamente implantado y muestra su número de código de barras como un escáner en un supermercado.

Tampoco los inicios de los estudios de la estación fueron fáciles. Debido a la especie elegida (el tiburón limón) y las condiciones ecológicas únicas (más parecido a un lago que a un medioambiente marino abierto, infinito), se pensó que se podían llevar a cabo una serie única de estudios exhaustivos y detallados sobre la dinámica poblacional. El objetivo era obtener los parámetros de la historia de vida del animal, como el crecimiento, la supervivencia y selección de hábitat. Pero había que hacer algunos supuestos. Por ejemplo, se asumió que los pequeños tiburones limón de Bimini no emigraban o que al menos no abandonaban la guardería de tiburón durante tres años, y que tampoco había mortalidad por pesca, considerando sólo la mortalidad natural.
Imagen: Bimini Shark Lab
En ese contexto crearon una gran jaula y pescaban en grandes sectores de la guardería a la vez. Al anochecer establecían redes de enmalle de 180 metros de largo en tres lugares en las zonas poco profundas de guardería y caminaban por toda su longitud cada 15 minutos durante la noche veraniega de 12 horas de duración. Cuando se encontraban con un tiburón enredado, lo sacaban y lo llevan por barco a la jaula grande, donde la tripulación de etiquetado lo pesaba, medía, establecía su sexo y etiquetada cada tiburón que entraba. Con este extraordinario esfuerzo se marcaron alrededor de 90 juveniles de tiburones limón durante esa primera temporada. El plan era regresar seis meses más tarde y hacerlo todo de nuevo para que poder mantener el control sobre aquellos pequeños tiburones. Pero el experimento no funcionó, dado que siguiente mes de noviembre sólo fueron capaces de capturar dos tiburones, lo que por supuesto detuvo su proyecto, al no cumplirse los supuestos iniciales de mantenimiento de la población.

El nuevo proyecto

Tuvieron que pasar otros cinco años para considerar la puesta en marcha de nuevo del proyecto. En ese momento, el enfoque, los medios y las metas estaban mucho mejor enfocadas y se organizó la campaña que todavía continúa hoy, dos décadas más tarde. Se ha convertido en el estudio más largo de etiquetado de la misma especie y la pieza central de la investigación en Bimini. Basado en el éxito de esta campaña, avanzaron sus objetivos para llegar a monitorizar todos los tiburones limón nacidos a Bimini desde el nacimiento hasta la edad adulta y más allá. Esta vez aplicaron  técnicas innovadoras de investigación genética sobre tiburones. El interés era comprender muchos de los rasgos de historia de vida de los tiburones limón utilizando biología reproductiva como el foco del proyecto.
Imagen: Bimini Shark Lab

En 2014 tras el etiquetado más de 3.500 tiburones limón durante los últimos 20 años y la tras la producción de un catálogo genético de todos y cada uno de ellos, han creado un pedigrí de todas las familias de tiburones limón presentes en la laguna de Bimini. Es importante señalar que mediante el uso de técnicas moleculares han sido capaces de identificar los padres de cada cría de tiburón mediante el examen de las contribuciones maternas y paternas a su genoma.
Además, con el método que utilizaron han sido capaces de obtener la huella digital genética de cada tiburón, por lo que si alguna vez se atrapa a ese ejemplar de nuevo, se podría identificarlo definitivamente sin necesidad de etiquetarlo o marcarlo. Por eso tuvieron toda a la población de tiburones limón de Bimini bajo escrutinio durante dos décadas. Han tenido una gran cantidad de hallazgos nuevos, publicaciones, tesis de posgrado y tesis fruto de este estudio. Los avances en nuestro conocimiento de la biología de tiburones limón han sido significativos y serán objeto de numerosos artículos futuros.

Regreso a los orígenes

Muchos biólogos de tiburones en el pasado creyeron que muchas especies de tiburones, como el salmón, regresaban a su lugar de nacimiento para reproducirse. Estos biólogos utilizaban estadísticas y cálculos que sugería que este comportamiento reproductivo, conocido como filopatría o homing natal, era un hecho. Sin embargo, nadie había observado realmente homing natal. Teniendo en cuenta que un tiburón limón tarda entre 12 y 15 años en alcanzar su madurez reproductiva, ¿quién iba a esperar tanto tiempo para averiguarlo? La respuesta: ¡los fanáticos de tiburones de la Estación Biológica de Campo de Bimini!
Imagen: Bimini Shark Lab

Después de esperar una docena de años, y con gran expectación, se analizó genéticamente un grupo de tiburones nacidos en 2010 para ver si alguno de sus padres había nacido en 1995 y había regresado a Bimini para dar a luz. Quedaron encantados de encontrar que varios tiburones de hecho se habían acordado de su lugar de nacimiento y volvían a dar a luz.
Pero eso no fue suficiente. Los editores de la revista a la que presentaron su trabajo querían pruebas y les pidieron capturar un tiburón limón madre y directamente identificarla como haber nacido en Bimini. Habían desarrollado técnicas para encontrar y capturar a mano (sin anzuelos ni arpones) tiburones limón adultos que entran en la laguna (esa es una hazaña que merece, sin duda otro artículo). Ello les permitió leer con éxito una marca PIT que había sido colocada bajo la piel de un solo tiburón madre hacía varios años.

Las lecciones aprendidas tras este estudio

El Dr. Gruber explica que “Hemos aprendido muchas lecciones de este estudio a largo plazo. Uno de los más importantes es que es muy fácil de conducir una población local a la extinción. Esto se puede hacer ya sea mediante la destrucción del hábitat de crianza de la población o bien matando a la población reproductora de las madres que regresan a la guardería donde nacieron, para dar a luz. Comprender a estas poblaciones locales y donde están sus hábitats más importantes es imprescindible para su conservación y para los planes de gestión, y medidas de protección especial tales como las áreas marinas protegidas, para estos depredadores de la cumbre.”

Para los que desde el otro lado del océano observamos el fabuloso estudio realizado durante tantos años, no podemos más que maravillarnos por el cuidado con el que se ha realizado. Desde el inicio de la investigación ha primado el objetivo de salvaguardar y no afectar gravemente a la guardería de tiburones en estudio, sobre la inmediatez de los resultados. No podemos valorar de igual manera otros estudios más mediáticos, que se realizan actualmente, con grandes medios económicos, y con poco cuidado en evitar el daño a la población en estudio. En la retina tenemos esas imágenes de aletas deterioradas por dispositivos satelitales tan grandes y dañinos para al animal, y que están suponiendo una gran fuente de críticas por parte de los sectores conservacionistas. Está claro que no es bueno querer obtener la trayectoria de los grandes tiburones blancos, y seguirlos mediante apps desde el móvil, a toda costa, sin tener en cuenta la cantidad de ejemplares dañados, quién sabe con qué consecuencias.

Imagen:White Shark Video


Referencias:








lunes, 16 de noviembre de 2015

CARA A CARA CON EL TIBURÓN DE ARRECIFE Carcharhinus perezi

Texto: Mónica Alonso Ruiz
Este artículo se publicó en la revista Escápate num 16
 http://www.cluboceanides.org/escapate

De todos es conocida mi afición a los tiburones, y mi labor en favor de su conservación. Este verano tocaba llevar a cabo aquello de lo que tanto hablo en mis charlas de tiburones: “Vale más un tiburón vivo que uno muerto”. Por ello, cuando dentro del viaje a Roatán que realizamos en junio pasado, nos propusieron hacer una inmersión de buceo programado con tiburones, pues no me lo pensé, y finalmente resultó ser una de las mejores experiencias de mi vida subacuática. Y no me resisto a contároslo aquí.

¿Por qué bucear con tiburones?
Cuando alguien ajeno al buceo nos hace esta pregunta, las respuestas son variadas y cada uno de los buceadores que practica esta modalidad tiene una diferente. Unos dicen que hace las inmersiones más interesantes: ver “bichos” cuanto más grandes mejor es todo un aliciente. Otros hablan de la componente de “riesgo” que tiene bucear con los “depredadores del mar”. Otros pensamos que los tiburones son fascinantes, que son un grupo de animales que han demostrado tener una serie de habilidades, al menos llamativas, y nos llama la atención conocerlos en su medio. También algunos pretendemos con esta actividad demostrar que el “riesgo” es controlado y desmitificar su imagen de depredadores despiadados que nos ha sido (y sigue siendo) transmitida por el cine y los medios de comunicación. Y finalmente, para mí una de las más importantes desde el punto de vista práctico: con nuestra participación fomentamos el negocio del buceo con tiburones, dando valor al tiburón vivo frente a su pesca.
En tu mano tienes un gran abanico de razones: escoge tú la tuya… o búscate una nueva.


El tiburón de arrecife del Caribe Carcharhinus perezi
Esta especie de tiburón está presente solo en los arrecifes del Caribe y en las costas de Brasil. Tiene la forma característica de un tiburón de arrecife (o gris, como a mí me gusta llamarles), con un cuerpo esbelto pero potente, con una aleta dorsal grande, color gris que pasa a blanco en su parte ventral. Mide hasta 2.5 – 3 m, y tiene un morro redondeado, relativamente corto, una segunda aleta dorsal pequeña, una incisión en la base de la primera dorsal. Con estas características es difícil distinguirlo de las otras especies. En realidad son todos tan parecidos, y ante la dificultad de encontrase ejemplares de distintas especies en la misma localización, dado que el ámbito geográfico de cada uno es diferente, pues lo habitual es que los guías de buceo te digan cual es la especie con la que está buceando. En el Caribe, esta es la especie de tiburón de arrecife con la que más se bucea y se realizan estas actividades de buceo programado.
Esta especie está considerada como “Casi Amenazada” según la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza y está incluida dentro del grupo de los Carcarínidos, donde también podemos encontrar al tiburón tigre (Galeocerdo cuvier), la tintorera (Prionace glauca), el jaquetón oceánico (Carcharhinus longimanus) y otros tiburones del género Carcharhinus (los “grises”, tan parecidos entre sí): C. amblyrhinchus, C. albimarginatus, C. altimus, C. falciformis, C. galapagensis. C. obscurus, C. plumbeus….

El lugar

La experiencia de buceo con tiburones tuvo lugar en la Isla de Roatán (Honduras), en el Mar Caribe, en un lugar llamado “Cara a cara”, situado en un arrecife sumergido de la zona sur de la isla, a una media milla de la costa. Partiendo del resort donde estábamos pasando nuestras vacaciones de buceo, situado en la zona norte de la isla, la menos expuesta a los vientos, tuvimos una navegación de una media hora, en condiciones de mar movida y cielo encapotado, tras una semana de buceo con un tiempo de tormenta continua y oscuridad de las aguas (para nada pudimos disfrutar de las aguas turquesas del Caribe). La navegación se hizo en un barco del resort, en realidad una excelente embarcación muy preparada para el buceo, pero la inmersión la realizábamos mediante un centro de la isla especializado en esta actividad de buceo con tiburones. El responsable de este centro, Sergio, un italiano afincado en Honduras desde hace 16 años, cuando comenzó a realizarse la misma, es un enamorado de los tiburones, y cuando se enteró de mi interés por los escualos, enseguida se puso a hablar con nosotros (únicos españoles y única chica en un grupo de toscos “americanotes”) y tuvimos una agradable charla sobre buceo con tiburones durante la travesía.


El “briefing”
Siguiendo las consignas de seguridad en el buceo, siempre se deben comenzar todas las inmersiones con una pequeña explicación por parte del guía. Y en el caso de una inmersión programada con tiburones podríamos decir que es lo más importante, dado que en esta charla se nos deben dar todo tipo de explicaciones y precauciones sobre una actividad novedosa en la inmersión.
En nuestro caso el “briefing” nos lo dio Sergio, como responsable de la inmersión, y se realizó en el propio barco, antes de comenzar la navegación, para asegurarse de que todo el mundo estaba en buenas condiciones para escuchar. Sergio nos explicó que la inmersión en sí no era complicada, se trataba de bajar por un cabo hasta unos 20 m de profundidad, para permanecer estacionarios a esa profundidad unos 25 minutos. Nos indicó primeramente cual era el tipo de tiburón que íbamos a ver, que son animales fascinantes, que en particular el “perezi” come peces (no humanos) y que es cierto que puede oler la sangre (de los peces, no la de los humanos) a mucha distancia. Que por ello se les atrae con cebo sin sangre, veremos que es muy poco en realidad y que cuando nos tiráramos al mar no íbamos a encontrarnos a los tiburones “esperándonos con las fauces abiertas” como algunos pudieran pensar.
Explicó que se trataba de un grupo de unos 15 ejemplares de hembras, muy conocidas por el propio Sergio y sus colaboradores, que iban a aparecer abajo (nunca en superficie) una vez que él se sumergiera con el cubo agujereado de cebo que llevaría y que bajaría en primer lugar a la zona donde íbamos a estar, en un arenal delante de una pared de coral. La idea era que los buceadores (15 clientes en total, más los asistentes del centro y de nuestro resort) se situaran apoyados en la arena delante de la pared y que permaneciéramos apoyados en el fondo. De esta manera los tiburones iban a pasar por delante de nosotros en contra de la corriente, teniendo nuestra espalda cubierta. Nos explicó que la verdadera dificultad de la experiencia radicaba en la presencia de olas y corriente y el tener que bajar agarrados por el cabo, no por la presencia de los tiburones, los cuales nunca se acercarían a nosotros si no fuera por el cebo.

Las condiciones para el buceo
Una vez preparados, y cuando Sergio se sumergió por el cabo, con el cubo de cebo, pues empezamos a bajar. El mar estaba movido y gris, y yo en particular, tras días bajo la lluvia, presentaba un ligero bloqueo nasal, y las habituales molestias que en mí son desgraciadamente “habituales” cuando llevo varios días buceando, como es la dificultad para compensar. La visibilidad era mala y la corriente menor de la que me esperaba, pero suficiente para tener que bajar con una mano en el cabo (ciertamente inclinado, especialmente en superficie).
Tardé casi 10 minutos en poder bajar muy despacio, compensando mis oídos cada medio metro, y diciéndome que era posible que no pudiera conseguir llegar abajo. No estaba dispuesta a hacerme daño en los oídos, lo cual implicaba que posiblemente tuviera que abortar mi descenso, como me ocurre a veces en otras inmersiones que debo abortar.

Cara a cara con los tiburones
Estaba tan absorta en mis oídos que casi no me di ni cuenta que se vislumbraban unas sombras alargadas e hidrodinámicas que pasaban por debajo de mí. Llegué abajo y allí estábamos todos. El espectáculo y la acción habían comenzado sin mí. Es impresionante estar frente a estos animales, que pasaban nadando majestuosamente por delante de nosotros ¡¡tan cerca!! sin inmutarse por nuestra presencia, pero sin duda activados por el olor del cebo.
Enseguida me di cuenta de que el cubo con el cebo estaba a mi izquierda, escoltado por Sergio….y por una masa de unos 80 cm, que se movía delante de mí….se trataba de un enorme mero que estaba acechando el cubo, tan cerca que tuve que apartarlo para que me dejara sitio para estar cómoda. El simpático mero era un habitante de la pared de coral de nuestra espalda y sin duda espectador habitual de esta experiencia.

Tras unos minutos de relativa acción, con los tiburones pasando, el mero observando, y los buceadores haciendo fotos sin parar, me di cuenta de que no nos daban la señal para poder nadar entre los tiburones antes de abrir el cubo de cebo: nos habían dicho en el “briefing” que si no había corriente podríamos hacerlo, pero con la corriente (y creo yo que con la poca experiencia de alguno de los buceadores, por no hablar de la obesidad y falta de forma física….), pues decidieron no permitirnos nadar con ellos (no fuera que tuvieran que ir a buscar a alguno, que se dejara arrastrar por la corriente…).

Sergio se puso en el arenal delante de nosotros, con el cubo en sus manos. Llevaba guantes de cota de malla, precaución necesaria cuando se maneja cebo entre tiburones. Con un golpe de aleta se elevó levantando la tapa del cubo, y alzándose por encima de la cota de los tiburones, que se lanzaron en forma de masa descontrolada a por el pescado del cubo. En realizad no hubo el “frenesí alimentario” que yo había visto en vídeos de otras actividades parecidas a esta. Estaba claro que la comida era tan poca…que yo no vi trozos de pescado por ningún lado.
Tras acabar con el cebo, algunos ejemplares se fueron pero otros siguieron rondando la zona unos minutos más….Sergio levantó una piedra que ocultaba un resto de cebo, que sin duda había escondido él mismo cuando bajó el primero, y que tenía la finalidad de “prolongar” un poco más la experiencia, permitiendo que los tiburones se quedaran unos minutos más en la zona.

Acabado todo el cebo los tiburones desaparecieron y los buceadores se lanzaron al arenal a buscar los dientes que se les caen a los escualos cuando comen: era el premio por habernos estado quietos observando. Tras ello ya no había nada que hacer allí y comenzamos el ascenso.
Finalizada la actividad, tras la pertinente parada de seguridad, yo estaba feliz en el barco. Había conseguido bajar (no sin esfuerzo) y disfrutado mucho de la inmersión. Lo de que la experiencia es un “subidón de adrenalina” en este caso y para mí no es cierto, pues me sentí cómoda y fascinada.

Conclusiones e interrogantes 
En el trayecto de vuelta, y ya en casa, me surgieron algunos interrogantes, relacionados con las razones por las que se bucea con tiburones. Y os los transmito aquí.
Con estas prácticas, ¿se modifica la conducta del tiburón frente a los humanos? Indudablemente algo sí, aunque no se les “alimente”. ¿Se contribuye a “salvar” a los tiburones? ¿Se da valor al tiburón vivo frente al tiburón muerto? ¿O solo se ve cumplido el deseo del buceador “friki”? ¿Realmente se consiguen defensores de los tiburones?

Ahí os quedan estas reflexiones, para que todos las pensemos y adoptemos nuestra posición al respecto.

martes, 10 de noviembre de 2015

NARCOTIZADOS: MITO Y REALIDAD SOBRE LA BORRACHERA DE LAS PROFUNDIDADES

Texto: Leyre Segura. "La Pequeña Nudibranquia"
http://elrincondelnudibranquio.blogspot.com.es/


Barracuda
David Doubliet
De todos los trastornos que puede sufrir un buceador (que son muchos y deliciosamente variados) la narcosis o "borrachera de las profundidades" es sin duda uno de los más extraños: se trata de una intoxicación por exceso de nitrógeno en el organismo, y su síntomas son muy parecidos a los de una borrachera de copazos. A 10 metros bajo el agua sus efectos son imperceptibles, alrededor de los 30 metros el organismo empieza a acusar sus primeros indicios, y a más de 70.... en fin, ya son ganas liarla. Cada cuerpo es un mundo y cada persona reacciona a la narcosis de diferente manera, pero un cuadro sintomático general podría ser el siguiente:

10 - 30 m. Leve deterioro en el desempeño de tareas (El manómetro tiene que estar por aquí, colgando de alguna parte...), leve deterioro del razonamiento (¿Me se habrá caído?), y puede presentarse euforia leve (Joder este pez es el mejor putopez que he visto en mi vida).

30 - 50 m. Retraso en la respuesta a estímulos visuales y auditivos: (...¿qué?), alteración del razonamiento y de la memoria inmediata (¡Mira, un cangrejo! ¡Mira, un cangrejo! Por cierto, ¿has visto ese cangrejo?), ideas fijas (De aquí no me muevo hasta que salga ese pulpo de la grieta), errores de cálculo y alteración en la capacidad de toma de decisiones (Estoy en reserva... venga, pues una vueltecilla más y me subo), exceso de confianza y del sentido de bienestar (Soy la sirenita Ariel y este es mi reino, lalalaaa...), risa y locuacidad injustificada que pueden sobrellevarse mediante auto-control (¡Me parto el ojete con esta roca!) e incluso episodios de ansiedad, más común en aguas frías y turbias (Tengo frío y no veo. Sacadme de aquí.)

50 - 70 m. Los síntomas se intensifican: somnolencia, deterioro del juicio, confusión (Tengo señito, nena a dormir...¿dónde está mi almohada?), alucinaciones (Que chula esa ballena tricolor con tenazas de langosta), retraso severo en la respuesta a señales, instrucciones y otros estímulos (cri-cri...cri-cri...), mareos ocasionales (Dicen que es muy fácil vomitar con el regulador puesto. Comprobémoslo), risa descontrolada, histeria (Jajajjajjajajaaa, está reputa roca es lo más gracioso que he visto enmividaaaaaAAARGH!!!!!!), estados maníacos o depresivos (Igual debajo de mí está pasando un horrible monstruo marino) y sensación de terror (Voy a ser devorado por un horrible monstruo marino).

+90 m. Bueno chavales, a partir de esta profundidad se acaban las bromas. Estupor, sensación de levitación, aumento de la intensidad de la visión y la audición, alucinaciones fuertes, alteración de la percepción del tiempo, sensación de apagón inminente, cambios en la apariencia facial, pérdida del conocimiento... y muerte.
PLACAS CONMEMORATIVAS EN EL BLUE HOLE, DAHAB
La narcosis no es letal por si misma si se detecta a tiempo: sólo es necesario ascender a la zona de seguridad para que sus efectos vayan desvaneciéndose sin dejar secuela. La gran mayoría de los casos de narcosis no pasan de ser meras anécdotas: descacharrantes algunas, espeluznantes otras, inofensivas las que más. Pero cuando pasas la frontera de los 60-70 metros...son palabras mayores.

¿Sabes lo que tienes que hacer para encontrarte con una sirena? Bajas al fondo del mar, donde el agua ya ni siquiera es azul y el cielo es sólo un recuerdo. Flotas allí en el silencio, y te quedas allí. Y decides que morirás por ellas. Sólo entonces empiezan a salir. Vienen y te saludan , y miden el amor que sientes por ellas. Si es sincero, si es puro, se quedarán contigo, y te llevarán con ellas para siempre. 

Jaques Mayol

He bajado bastante rápido y noto como el perro de la narcosis me está mordiendo...la náusea me invade...me siento incómodo...intento nadar y lo hago dentro de una masa gelatinosa....el aire es espeso y cuesta un poco respirar...alguien está tocando una campana...¿porqué tañen una campana? Debo concentrarme...Me llamo Ramón y vivo en Girona...estoy aquí para hacer algo...otra vez tocan la campana...debe ser una señal...¿de qué?...otra vez, "ganang-ganang-ganang"...quizás es un aviso...¿de qué?...no puede ser; no hay campanas en el fondo del mar...aunque, ¿podría haber un pecio cerca y la corriente agitase la campana del puente?...Piensa, Ramón, piensa...Joder que sueño tengo...me gustaría cerrar los ojos, aunque fuese solamente por un momento...NO! No debes hacerlo! Estoy narcótico, eso es! Pero aun por un momento... pero la maldita campana no me deja...tengo la boca llena de monedas de cobre...el aire es metálico...¿por qué le he puesto cobre?... se que tengo que hacer algo, pero no recuerdo que...en la mano derecha tengo un regulador..¿qué coño hago con el regulador en la mano? intento ponérmelo en la boca pero noto que ya tengo uno...claro, si estoy respirando...me toco la cabeza y noto algo sobre la oreja...algo se ha pegado a mi oreja...intento arrancármelo con la mano izquierda, ya que en la derecha tengo PEGADO un regulador...al hacerlo me arranco la máscara...al intentar ponérmela por acto reflejo el regulador que sigue pegado a mi mano derecha me molesta..me saco el de la boca y me meto el otro..¡joder que aire más frío!(...) 

Ramón Verdaguer

¿HÉLICE? ¿QUÉ HÉLICE?
Los síntomas iniciáticos de la narcosis son discretos y difíciles de percibir. Te distraes... te cuesta concentrarte... no entiendes bien las señales del manómetro o del ordenador.... empiezas a pensar "estoy idiota o qué", y lo más divertido de todo: de tanto rodearte de peces, al final éstos te acaban contagiando su legendaria "memoria de pez". Las pérdidas de memoria suelen arrojar anécdotas curiosas, como la del chaval que bajó a un pecio en Cabo de Palos llamado "Naranjito". La inmersión se desarrolló sin contratiempos, pero la sorpresa le esperaba en tierra: cuando se juntaron en el bar a ver las fotos de la excursión descubrió unas cuantas imágenes suyas posando garbosamente junto a la hélice del Naranjito... lo cual no tendría nada de particular, de no ser porque el chaval no se acordaba en-ab-so-lu-to de haber estado ahí, ni de haber visto nada parecido durante la inmersión. "¿Hélice? ¿Qué hélice? ¡No me jodas que había una hélice! Vamos a ver... ¿estáis seguros de que ese de la foto soy yo? No me acuerdo de nada....". Narcótico perdido, el tío.
Y hasta aquí los preliminares.

El primer y más sutil efecto de un buen golpetazo de narcosis es, como dice el psicólogo submarino Antonio Bermejo, un sentimiento de relajación física y mental muy intenso. Es la comunión con el Gran Azul, una sensación embriagadora y muy difícil de describir. Muchos buzos niegan que esto sea un efecto de la narcosis, pero lo cierto es que llevas un globo de puta madre y perdón por la expresión. En semejante estado de éxtasis nos volvemos criaturas absurdamente peligrosas para nosotros mismos... ¿ejemplo? Muchos buceadores se sienten poco más que inmortales, aqua-mans, sirenitos... y acaban por deshacerse de todo su equipo al considerarlo innecesario. Normalmente a éstos se les puede parar a tiempo. Otros han llegado a creerse criaturas con branquias capaces de respirar bajo el agua, y han soltado sus reguladores e inhalado con decisión... y funestas consecuencias, claro. Y finalmente tenemos el caso de algunos buzos que, hipnotizados por la inmensidad del horizonte submarino, se separan del grupo y hay que ir a buscarlos porque si no pueden acabar en Pernambuco. Y es que la vida es así: a veces es necesario cortarle el rollo a la gente y decirle "No, no eres un sireno. Eres un mamífero borracho y terrestre con 50 bares de aire en tu botella, y te voy a sacar de los pelos por mucho que quieras quedarte aquí a jugar con tus amigos los crustáceos". Y punto.

TRANQUILOS, EL MEGALODON YA NO EXISTE... ¿O SI?
El segundo efecto, las reacciones fóbicas, es el extremo opuesto al anterior: oscuridad, miedo, ansiedad y, paradójicamente, claustrofobia generada por la presencia envolvente del azul. En muchos casos se trata de miedos personales que llevamos enterrados dentro, y que se disparan en momentos de inquietud o estress: si de pequeño dormías con una lucecita en el pasillo, empezarás a notar la oscuridad del mar abriéndose bajo tus pies. Si te repelen las medusas, ya será mala suerte encontrarte con una especialmente grande bajo los efectos de la borrachera de las profundidades. La presencia de animales salvajes o la inquietante sensación de su cercanía hace que te pases toda la inmersión con la banda sonora de "Tiburón" retumbando por los recovecos de tu narcotizada cabecita.

Las reacciones fóbicas pueden ir acompañadas también de reacciones depresivas relacionadas casi siempre con el concepto de abismo: es oscuro, es desconocido, es tan inmensamente grande que nos cuesta hasta imaginarlo. A cualquier humano esto tiene que afectarle, necesariamente. Citando otra vez a Bermejo, la reacción fóbica se manifiesta con tres fantasías muy recurrentes: la primera, una sensación de hundirse en la nada, en la boca negra y bostezante del piélago. La segunda, el temor por la aparición de una "bestia" de las profundidades, cuya presencia se intuye o "palpita" en lo hondo. Y la tercera, más común y menos dramática, una repentina preocupación por los seres queridos que muchas veces acaba desembocando en llanto, como en las clásicas borracheras terrestres. 

Y finalmente llegamos a la guinda del pastel, mi parte favorita y posiblemente la más espectacular de todas las reacciones: las ilusorias. Alucinaciones, visiones, espejismos, auditivos, visuales o las dos cosas a la vez y en technicolor.... las anécdotas de este tipo de reacciones pueden llenar un archivador entero y nadie te podrá decir nunca donde está la frontera que separa el mito narcótico de la realidad. Antaño, los antiguos submarinistas bajaban a grandes profundidades con una mezcla tradicional de aire y oxígeno, lo que les producía unas borracheras legendarias. Hoy en día contamos con avances como el nitrox o el trimix, que nos evitan en gran medida este tipo de intoxicaciones y viajes siderales, empujando a las viejas historias dentro del baúl de la leyenda urbana... ¿Ejemplos? ¡Un par, por favor!

OK BRODER
Un fotosub va por el fondo, patxín-patxín, y de repente ve a una langosta bien gorda y hermosa moviéndose y bailoteando sobre la arena. Es tan divertida que le hace un vídeo de varios minutos de metraje. ¡Ya verás cuando se lo enseñe al resto del grupo!, pensaba el tío... y efectivamente, el resto del grupo flipó: en el vídeo no se veía más que un fondo de arena, y ni rastro de la langosta bailonga. Otro chico se vio gratamente sorprendido cuando descubrió que su compañero de buceo era él mismo. Supongo que se dieron el OK y tan contentos.


Y ya va siendo la hora de cerrar este alucinógeno post con la historia de narcosis más bonita que me hayan contado jamás, y que además ocurrió en las aguas que me han visto crecer: el Mediterráneo que baña la costa de Cabo de Palos, en la bella Cartagena. ¿Cuánto hay de verdad en esta historia? Ni lo sé, ni me importa. 

La costa de la reserva marina de Cabo de Palos e Islas Hormigas es rica en naufragios: una medialuna de bajos mortales, algunos de ellos a tres metros escasos de la superficie, se encargaba de rajar la barriga a todos los barcos que se aventuraran a cortar tan peligrosa línea: Naranjito, Stanfield, Candelero, Carbonero, Doris, Atlantic City, USS Willmore, Maria Dolores, Alavi, North America, Minerva... y el más célebre de todos, el Titanic español: SS Sirio (1883), un trasatlántico italiano de 5.000 toneladas de acero en el que perdieron la vida entre 200 y 500 personas, según el baile de cifras. No es un pecio accesible, ni fácil: la popa se encuentra a unos 40 metros de profundidad, mientras que la proa está a nada menos que 70 metros, en el reino de lo que Verdaguer llama "los perros de la narcosis".

Dos buceadores ampliamente cualificados bajan a la proa del SS Sirio: uno de ellos se mantiene en la zona de seguridad, como guardián de su compañero, mientras el otro desciende hasta la destrozada cubierta del barco. Entre los escombros invadidos de gorgonias rojas sobresalen los restos de una estructura: la antigua tarima donde la banda de música amenizaba las suaves noches de verano al ritmo de valses, polkas y animados reels. El buceador recoge uno de los pedazos de madera sueltos, una bella barandilla decorada con notas musicales en bajorelieve. El trabajo es de una delicadeza exquisita. Mientras lo contempla y lo gira entre sus manos enguantadas, comienza a oir en sordina unos acordes ahogados, que poco a poco se van perfilando como una melodía. La música parece sonar en la antigua tarima de orquesta: viene de todas partes y de ninguna, como todos los sonidos bajo el mar, y envuelve a navío y buceador en el mismo hechizo. Los perros de la narcosis andan sueltos a 70 metros de profundidad sobre un barco-cementerio, y ya no hay quien los pare.

Es en ese escenario nostálgico, bellísimo y delirantemente peligroso en el que se aparece la chica: al principio no es más que una mancha azul cobalto sobre el cobalto del mar, pero poco a poco va cobrando relieve como una pieza de seda ante los ojos del buceador. La chica es guapa y triste, como las muchachas de los daguerrotipos, y lleva un vestido azul que ondea con las corrientes. El nitrógeno corre como una cascada por la sangre del buceador, y en consecuencia hace lo más sensato que se puede hacer cuando una chica bonita, vestida de largo, se detiene frente a tí en la cubierta de un barco hundido mientras suena la música... pues bailar con ella. Una mano enguantada en neopreno sobre una mano de blancura abisal, enlazados por la cintura, comienzan a girar por la cubierta del Sirio al ritmo de una música cada vez más nítida. Vueltas y más vueltas, rodeados por una espiral de burbujas, se abrazan hasta que llega un punto en el que la chica se detiene bruscamente: de repente, ya no quiere bailar más... ¿la habrá ofendido, se habrá sobrepasado? Desde luego, no era su intención. Ella intenta soltarse del tosco abrazo del buzo. Forcejean y en el forcejeo, la cara de la muchacha se transforma a una velocidad de vértigo: en cuestión de segundos aparecen en su delicado rostro una máscara de buceo, un regulador, una barba poblada y a su alrededor el aura de la cabellera desaparece para dar paso a una capucha de neopreno. Es su compañero, el guardián en la zona de seguridad, agitándolo con fuerza en un desesperado intento de soltar de los engarfiados dedos del intoxicado un trozo de madera tallado con notas musicales.

El hechizo se rompió finalmente y los dos experimentados buceadores pueden ahora contar su historia por los bares de Cartagena y Cabo de Palos... mientras, en lo más profundo, la chica del vestido azul sigue esperando, sobre la cubierta del malhadado Sirio, que baje otra pareja de baile.
La apneista Natalia Ayseenko

Cartagena, 27 de mayo de 2013