lunes, 30 de enero de 2017

LAS PRADERAS MARINAS: UN MAR DE HIERBA

Texto: Mónica Alonso Ruiz
Este artículo se publicó en la Revista Escápate en dos partes en los números 19 y 20. 
http://www.cluboceanides.org/escapate


En muchas ocasiones cuando nos sumergimos en el mar no llegamos a apreciar bien el escenario que contemplamos, por su riqueza  biológica, o por el valor ecológico del hábitat que estamos visitando. Es el caso de las praderas de fanerógamas marinas, hábitats ricos en biodiversidad y mucho más valiosos para nuestro planeta de lo que imaginamos. Una de ellas, la más conocida, es Posidonia oceánica, cuyo nombre asociamos al dios Poseidón, el dios de los mares y de cuya riqueza biológica si duda algunos habréis oído hablar…o no.

Los haces de la pradera de Posidonia
Fuente: Diario de Navarra
Esquema de un haz de una fanerógama
Fuente: Sebadales de Canarias. Fernando Espino.
Fernando Tuya. Iván Blanch. Ricardo j. 
Muchos creen que las fanerógamas marinas son algas, pero en realidad son plantas superiores, con raíces, tallo y hojas y tienen flores en algunas épocas del año. Resulta que hace algo más de 100 millones de años un tipo de plantas terrestres (algunas angiospermas) invadieron el mar, adaptándose a las nuevas condiciones, y ofreciendo, gracias a su porte, cobijo para muchas especies. Son las praderas de fanerógamas marinas, verdaderas praderas de hierba marina, de nombres extraños, pero responsables de alrededor del 15% de la absorción de CO2 de todos los organismos marinos, y de una alta producción de oxígeno (20 litros de O2 por día y por m2 de pradera en el caso de Posidonia oceánica), y que contribuyen de forma natural a minimizar los efectos del cambio climático. Estas plantas marinas contribuyen a que extensos fondos sedimentarios o bancos de arena dejen de ser grandes desiertos y no queden desprovistos de vegetación. En todo el mundo se estima que hay unos 600.000 km2 de praderas, en los fondos someros marinos.

La característica común de todas estas “superplantas” es la uniformidad en su aspecto: son plantas “clonales”, una forma de reproducción se produce a base de ir generando más y más haces de hojas, y que tienen hojas planas y acintadas y con un sistema de rizomas y raíces muy bien desarrollado. Necesitan luz para desarrollar la fotosíntesis, viven cerca de la superficie, en zonas relativamente someras, no superando en general los 40 metros de profundidad.

Las fanerógamas marinas en nuestros mares

En la región mediterránea, podemos encontrar cinco especies de fanerógamas marinas: la primera y más importante, Posidonia oceánica, endémica de nuestro Mare Nostrum, y que representa el hábitat de lo que los biólogos han denominado “conunidad climax” del Mediterráneo, pues representa el máximo nivel de desarrollo y complejidad que un ecosistema puede alcanzar. También podemos encontrar Cymodocea nodosa (también denominada sebadal), Zostera noltii, Zostera marina y recientemente Halophila stipulacea, especie invasora introducida por el Canal de Suez.

La pradera de Zostera marina
Fuente: Christopher Bostrom
Aunque su aspecto externo es, como ya hemos indicado, poco diferente de unas especies a otras, las praderas de las diversas especies difieren considerablemente entre sí en biomasa y producción, destacando entre todas ellas nuestra Posidonia oceánica, estrella de las praderas, por su gran producción biológica. Una vez más nos encontramos bajo el mar un tesoro que no somos a priori capaces de valorar, y que muchos de nosotros muchas veces incluso despreciamos cuando buceamos en él porque es una zona “aburrida” o porque nos mareamos con el movimiento de sus hojas cuando hay mar de fondo. Y no digamos ya cuando posamos nuestras aletas en la espesura de sus hojas: resulta que estamos afectando posiblemente de manera grave a un ecosistema muy valioso….y nosotros sin darnos cuenta.







Curiosidades

Y es que estas praderas tan valiosas presentan muchas facetas curiosas. Una de ellas es su sistema reproductivo que es doble. El principal mecanismo de expansión de las fanerógamas marinas en el crecimiento clónico, a través del cual los haces de hojas acintados van “clonándose” y ocupando el sustrato arenoso. Esto le permite a la planta ocupar nuevos espacios y extender las praderas. La tasa de crecimiento de este tipo de reproducción no sexual varía de unas especies a otras, desde pocos centímetros  por año en las especies más lentas, hasta más de 5 metros por año en las más rápidas. Y curiosamente las de mayor tasa de crecimiento suelen ser las de plantas más pequeñas. Las especies más rápidas, como C. nodosa pueden formar una pradera en un año, mientras que P. oceanica puede tardar cientos de años.

El segundo mecanismo reproductivo es el habitual en las plantas superiores: generación de flores y frutos. Es la reproducción sexual de las flores que nos enseñaron en el colegio, y que es una característica común con el resto de las plantas. P. oceánica florece fundamentalmente en otoño en y C. nodosa en marzo y junio, aunque no lo hacen todos los años (por eso es muy raro que alguno de nosotros haya visto las praderas en flor). Las semillas se esparcen de enero a marzo, pero la producción de semillas y la supervivencia de las plántulas es escasa, por lo que el futuro de las praderas se asienta fundamentalmente por reproducción asexual.

 
Aceituna de mar es el nombre que se le da comúnmente en algunos lugares al fruto de la pradera de Posidonia.

Fruto de la pradera de Posidonia germinado y con una plántula naciendo

Las principales condiciones naturales que deben darse en un determinado lugar para la presencia de fanerógamas marinas son:

  • Una salinidad apropiada, en la mayoría de las especies entre 30 y 37 gramos por litro, pero que para algunas especies pueden resistir modificaciones de la salinidad de hasta 10 gramos por litro en estuarios de los ríos o hasta 45 gramos por litro en lagunas costeras someras y de alta evaporación. 
  • Radiación lumínica adecuada para realizar la fotosíntesis 
  • Calidad del sustrato importante, en cuanto a la cantidad de nutrientes disponible, tamaño de los granos de arena y a la capacidad de anclaje de las plantas 
  • Calidad de la columna de agua, en cuanto a que la turbidez es un efecto muy negativo que limita la cantidad de luz que entra, y por tanto la función clorofílica, como en la concentración de nutrientes y materia orgánica disuelta 
  • La intensidad de la dinámica marina (el oleaje y las corrientes) puede limitar el establecimiento de estas platas marinas, cuando la inestabilidad del sustrato no permite en enraizamiento de las plantas 
  • Exigen unas condiciones naturales apropiadas, pero a cambio proporcionan muchos beneficios al ecosistema, además de lo que ya hemos hablado de la producción de oxígeno y ser oasis de vida marina. Un ejemplo es que la estructura tridimensional de los rizomas de la planta (el sistema de tallos subterráneo con varias yemas que crecen de forma horizontal emitiendo raíces y brotes herbáceos) tiende a crear un armado natural del suelo arenoso que lo fija y lo protege frente a la erosión de los temporales, y que con el paso del tiempo puede cementar y formar arrecifes.

Los sebadales

La pradera de Cymodocea nodosa, también llamada sebadal, está cubierta de una hierba de hasta 60 cm de altura, y se encuentra en sustratos pedregosos, arenosos o fangosos, desde las zonas intermareales, hasta los 30 m de profundidad. Es la pradera por excelencia en Canarias, que muchos grupos conservacionistas están intentando proteger frente a la construcción de algunos puertos previstos o en construcción en zonas de sebadal.

El nombre científico de esta planta también deriva del griego, como “Posidonia”, pero esta vez el nivel en la escala mitológica es menor: Cimódoce era una de las ninfas del mar en la mitología griega. El apellido nodosa hace alusión a los nudos de sus rizomas. Esta profusión de nombres referentes a la mitología griega relativos al mar, quizá nos da la pista de que estas plantas han sido consideradas, ya desde su “bautizo” por los científicos, como algo “divino”.

Las plantas de C. nodosa muestran una gran variación estructural a lo largo del año: en general entre los meses de primavera y verano muestran una mayor vitalidad, alcanzando los valores medios más altos en longitud y anchura de las hojas, así como en el volumen de biomasa del hábitat que generan. Por el contrario, en los meses de otoño e invierno, toda esta ebullición veraniega se atenúa grandemente.

Actividades humanas que afectan a la pradera de seba
Fuente: Sebadales de Canarias. Fernando Espino. Fernando Tuya. Iván Blanch. Ricardo j. Haroun

La importancia ambiental de los sebadales es de sobra conocida entre los científicos, por ser soporte estructural tanto de organismos que crecen sobre sus hojas (los denominados organismos epífitos, que suelen ser algas e hidrozoos) como de otros organismos que viven enterrados en el sedimento, como gusanos o caracolas y también de otros organismos que se mezclan entre las largas hojas, como peces, invertebrados, siendo la pradera el lugar perfecto para “guardería” de juveniles.

Posidonia oceánica: la reina de las praderas y la abuela de los mares

Es posible que algunos de vosotros no hayáis oído nunca antes hablar de los sebadales, pero seguro que sí habéis oído hablar mucho de las praderas de Posidonia oceánica. Y seguro que habéis observado esos espesos bosques de hojas acintadas meciéndose bajo el efecto del mar de fondo. Pues bien, esta planta tan famosa lo es por múltiples razones. La primera es que es una especie endémica (no se pude encontrar en ningún otro lugar) del Mediterráneo, y cubre aproximadamente el 60 % del fondo marino hasta los 40 m de profundidad.

Se trata de uno de los ecosistemas más productivos de la biosfera, que incluye desde comunidades de microalgas asociadas, invertebrados, peces y hasta bacterias que contribuyen de forma decisiva a la producción biológica.
La pradera de Posidonia
Fuente: www.regmurcia.com

Sin embargo toda esta “potencia productiva” tiene una gran fragilidad, por ser especialmente sensible a determinadas acciones humanas. En primer lugar, es un organismo de longevidad milenaria, que forma praderas extensas con edades entre 2000 y 5000 años de antigüedad, dado que los tallos individuales pueden vivir más de 50 años. ¿Sorprendidos? Resulta que buceamos en un bosque milenario,  quizá  lleno de misterios y leyendas…. Y Posidonia oceánica es posiblemente el organismo marino más longevo del planeta.

Pero claro, esta “abuela de los mares” necesita para vivir tanto luz como aguas transparentes, dado que, a diferencia de las algas, las angiospermas marinas tienen órganos no fotosintéticos cuyo metabolismo depende del de las hojas. Esto se traduce que cualquier alteración persistente de la cantidad de luz que recibe puede significar cambios drásticos en su crecimiento, e incluso provocar su muerte.

Tampoco soporta erosiones persistentes: si le falta el sustrato arenoso, porque este se haya erosionado, los rizomas y las raíces quedan expuestas, con lo que las corrientes tienden a arrancar la planta, los organismos incrustantes los colonizan rápidamente y la planta acaba muriendo en esa zona.

Hemos citado antes de que P. oceánica es la especie posiblemente de más lento crecimiento de todas, con aproximadamente 5 cm al año de crecimiento horizontal, y 1 cm al año de crecimiento vertical de sus hojas. Si crece muy poco, también se reproduce muy poco, su reproducción sexual tiene muy poca eficiencia, dado que no florece todos los años, y las plántulas, los pequeños haces de hojas que salen de su fruto,  es muy raro que arraiguen en el sustrato.

Pelotas de mar. 
Es frecuente encontrar en las playas 
restos de las hojas de Posidonia oceánica
Aunque es una planta muy resistente, y puede soportar sin problemas agresiones importantes durante meses, al ser capaz de generar un gran almacenamiento interno de recursos, es evidente que por resistente que sea la agresión humana siempre es mucho más persistente, y cuando una planta recibe una agresión continua durante años, su crecimiento se verá afectado significativamente. Pensemos en los fondeos de las embarcaciones recreativas, que una y otra vez maltratan a estas plantas con sus anclas. Por ello es tan importante situar fondeos fijos, a los que las embarcaciones puedan amarrarse, para evitar la caída y arrastre de las anclas por la pradera. En Baleares, un aparente paraíso para estas praderas, por la claridad de sus aguas, los colectivos conservacionistas trabajan junto con la administración en el establecimiento de limitaciones al fondeo de embarcaciones recreativas.

La llegada a las playas de enormes masas de hojas de Posidonia oceánica en lo que se denomina “arribazones” contribuye no solo a “ensuciar la playa”, sino a asegurar su supervivencia mejorando su comportamiento frente a la erosión.
Fuente: lahuelladigital.com
En la imagen, buceadores estudiando la pradera de Posidonia. Realizando conteos de haces para determinar su densidad. Aunque puede parecer que están provocando un impacto negativo, esta actividad es la única en la que podría permitiese que los buceadores se apoyen directamente en la pradera.
Fuente: elpaís.com (Ricardo Gutierrez)

Como vemos, esta planta lo tiene todo para ser la víctima de la agresión humana: gran longevidad y baja tasa de crecimiento, baja tasa de reproducción, sensibilidad a los cambios de salinidad, a la erosión y a la agresión permanente…por ello en los últimos tiempos es objeto de una gran protección por parte de las administraciones públicas, al menos sobre el papel.

Esquema de la acción benefactora de la pradera de Posidonia en la costa
Fuente: Junta de Andalucía

Los habitantes de las praderas

una nacra (Pinna nobilis) en la pradera de Posidonia
Fuente: Kosta Ladas
Son miles de especies marinas las que, directa o indirectamente, se benefician de estos auténticos “bosques sumergidos”, que, al igual que los bosques terrestres, son cuna, guardería, despensa y refugio de una enorme biodiversidad. Estas praderas, además de asegurar la existencia de gran cantidad de peces, moluscos y otros invertebrados de gran valor comercial, suponen también el hogar predilecto de algunas especies protegidas, como por ejemplo las enormes nacras o Pinna nobilis, un extraordinario molusco de gran tamaño, protegido por la legislación nacional e internacional y que seguramente alguna vez hayáis observado.

Entre las hojas de C. nodosa y Zostera spp. también se pueden llegar a concentrar varios cientos de especies diferentes, entre moluscos, crustáceos, cnidarios, peces, equinodermos, ascidias, algas, etc.; C. nodosa tiene gran capacidad para formar ecosistemas mixtos, ya sea con otras fanerógamas, o con algas, por lo que puede acoger un amplio rango de especies con distintas preferencias. Incluso las tortugas marinas frecuentan estos ambientes, alimentándose tanto de las hojas de las fanerógamas directamente, así como de otros organismos que viven entre o sobre sus hojas. Cabe destacar, además, la presencia de signátidos, entre los que se encuentran los caballitos de mar o los peces pipa, con algunas de sus especies protegidas nacional e internacionalmente y adaptados especialmente a vivir entre las hojas de esta planta, por lo que se la conoce también como “hierba del caballito de mar”. Así que la próxima vez que el guía de buceo nos lleve por la pradera, dediquémonos a buscar sus tesoros en lugar de quejarnos de que es un buceo aburrido.


Protección administrativa

Posidonia oceanica es, de las especies de fanerógamas marinas presentes en el litoral español, la que ostenta mayor grado de protección. Autóctona en aguas mediterráneas, sus praderas están consideradas como “hábitat natural prioritario” por la Directiva 92/43/CEE, de 21 de mayo de 1992, relativa a la conservación de los hábitats naturales y de la fauna y flora silvestres (Directiva Hábitats), principal herramienta para la conservación de la naturaleza de la Unión Europea. El Reglamento de Pesca de la Unión Europea para el Mediterráneo (Reglamento CE núm. 1626/94), prohíbe expresamente la pesca de arrastre sobre praderas de fanerógamas marinas. Las praderas formadas por las otras fanerógamas marinas también presentes en el Mediterráneo, Z. marina, Z. noltii y C. nodosa, aún no han alcanzado tan alto grado de consideración

Ahora que hemos aprendido un poco más del valor biológico de las praderas marinas, y de los tesoros que albergan, así como de los problemas de conservación que presentan, ya no podemos dejar de verlas con otros ojos cada vez que nos sumergimos en ellas, y comenzar a valorarlas como los bosques marinos, tesoro de la biodiversidad.

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