miércoles, 8 de febrero de 2017

ROB STEWART, EL ANGEL DE LOS TIBURONES

Texto: Mónica Alonso Ruiz
fotos: Sharkwater.com


Hace unos días los conservacionistas de tiburones mirábamos las noticias de las redes sociales con desasosiego: Rob Stewart, el creador de la película Sharkwater había desaparecido en el mar. Tres días después las peores noticias nos llegaban, habían encontrado su cuerpo en profundidad. Se había ido haciendo lo que más le gustaba, filmando tiburones para una nueva película.

Conmocionados, asistimos a una sucesión de homenajes en las redes sociales, que no en los medios de comunicación. Este biólogo, conservacionista y director de cine desgraciadamente no era tan conocido fuera de los círculos conservacionistas. Su película Sharkwater, que muchos pudimos ver ya hace unos años, marcó para algunos el inicio de la lucha porque los tiburones tuvieran una imagen mejor. Para otros significaba la primera vez que se enfrentaban al terrible mundo de la mafia mundial del comercio de aletas de tiburón, aún hoy muy desconocido para la mayoría de las personas ajenas al mundo del océano. Para otros significaba darnos a conocer el peligroso trabajo de Paul Watson y de Sea Shepherd.   

Posiblemente para otras personas, tras esta pérdida de una persona de tan solo 37 años, sea el inicio de ver los tiburones de otro modo, porque quizá vean su película por primera vez. O como hemos hecho muchos, hemos vuelto a verla. Si en el pasado películas como Tiburón de Steven Spielberg marcaron para siempre la precepción que tienen los humanos sobre los tiburones de ser unos monstruos asesinos, en el presente y en el futuro, películas como Sharkwater quizá sean un punto de inflexión para que esa mala imagen desaparezca, y que comencemos y sigamos luchando por modificar esa horrible imagen en la de unos seres fascinantes, que están sufriendo una presión terrible que les está llevando a la extinción.

Es la imagen y la presión popular la que en 1986 llevó a la Comisión Ballenera Internacional a la Moratoria total de Caza de Ballenas. Estos animales, al igual que los tiburones, décadas atrás tenían una imagen muy negativa para el público en general: eran monstruos marinos que había que eliminar. Y ahora todo es muy diferente: la imagen general de ellas (salvo pocos países que aún ignoran este  sentimiento) es de animales maravillosos que debemos cuidar como parte del patrimonio natural que “poseemos” o que se nos ha dado “en préstamo” durante nuestras vidas. La presión popular todo lo puede: hasta cambiar las políticas de conservación. Ya ha ocurrido una vez. Y puede ocurrir más veces.

Por eso creo firmemente que ángeles como Rob Stewart, con sus películas, formarán parte del grupo de elegidos para hacer que el mundo cambie la percepción que tiene de los tiburones. Ojalá que en unas décadas las palabras que escriba en recuerdo de Rob Stewart sean para recordar cómo su trabajo formó parte del punto de inflexión en el cambio hacia la protección global de los tiburones.  ¡¡Luchemos por ello!!.



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